Con este post me gustaría promover una reflexión abierta sobre los modelos de organización dentro de lo que podríamos llamar la “Cultura Colaborativa”.
Debo confesar que el propósito inicial de este post era proponer una reflexión de partida mucho más práctica, sobre modelos de organización en red. Sin embargo según escribía el post, me he dado cuenta que lo que está fallando es, antes de todo el “para qué”. Aunque no quiero que el debate vuelva a ser demasiado teórico y no lleguemos a generar propuestas concretas, creo que no viene mal empezar por aquí, reafirmando que el objetivo del #meetcommons es llegar a propuestas muy concretas.
Ciertamente estamos experimentando modelos de trabajo que no encuentran referencias directas en modelos existentes. Afortunadamente, en este proceso contamos con una predisposición que nunca había sido tan amplia, puesto que compartimos experiencias y opiniones. Somos conscientes de que no estamos solos y que estamos promoviendo una transformación profunda, que se hace real gracias a las prácticas de cada uno de nosotros, seamos personas, profesionales, organizaciones o empresas.
Sin embargo, tengo la sensación de que, a pesar de la conexión y los constantes intercambios de información, no estamos suficientemente organizados o quizás simplemente “concienciados” para generar procesos de Inteligencia Colectiva, que puedan simplificar y fortalecer este proceso.
A pesar de los enormes resultados que conseguimos, nuestras estructuras de trabajo sufren por cuestiones muy prácticas, que según mi manera de verlo, tienen que ver con una falta de reflexión colectiva más avanzada, además de una escasez de recursos que nos posiciona a todos en una situación de extrema debilidad.
Tenemos que analizar, entender y asumir colectivamente -casi como si se tratara de una conciencia colectiva-, las características básicas de un cambio histórico que nos lleva hacia una nueva era asociada a un modelo de espacio antropológico, que Pierre Levy llama “el espacio del conocimiento”.
Estamos trabajando en procesos de transformación de la sociedad, actuando en muchos frentes a la vez. Nuestras prácticas son casi constantemente relacionada con la voluntad de cambiar la realidad, de mejorarla. Trabajar para transformar nos posiciona constantemente en esa posición de Emprendedores Políticos de la que habla Amalio Rey. El alcance de nuestras acciones se dirige en múltiples direcciones, y cada vez más tiene que ver con un posicionamiento político (no partidista) que nos obliga a una reflexión mucho más amplia y global.
Lo que quiero decir es que, si bien nuestras prácticas cuentan con amplios espacios de debate y reflexión, no estamos dedicando la misma energía para pensarnos y articularnos colectivamente, para hacer sostenible la colaboración; hablamos mucho del contenido y muy poco del contenedor.
La frontera entre la vida profesional y el desarrollo personal se diluye, y como resultado vemos cómo los imperativos económicos y la eficacia no pueden ya circular en circuito cerrado, necesitan nuevos espacios de expansión. Dice Levy: “desde el momento en que un verdadero compromiso subjetivo es requerido por actores humanos, las finalidades económicas deben remitir a lo político, en el sentido amplio, es decir a la ética y a la vida de la comunidad. Debe igualmente reflejar significaciones culturales. Lo económico puro o la eficacia desnuda pierden su eficiencia.”
Hoy somos capaces de comunicarnos y organizarnos en tiempo real, gracias a Internet y en general gracias a los bajos costes (relativos) de los servicios de comunicación y transporte. A pesar de esta relativa facilidad en producir procesos de inteligencia colectiva basados en estructuras de conexión en red, me parece que nos falta un objetivo claro.
Levy también nos recuerda que la sociedad ha empezado a desarrollar formas complejas de interdependencia conflictiva entre zonas de competencias imprecisas, sin ubicación determinada, aprovechando todas sus singularidades, agitadas por movimientos moleculares permanentes de asociación, de intercambio y de rivalidad.
Hemos actualizado, modificado y superado los muros que nos habíamos construido en un marco de economía basada en la competitividad, y cada vez más, entendemos que es mucho más inteligente organizarnos en torno a procesos de colaboración.
Sí ¿pero cómo?
Y más importante ¿para qué?
Ahora que lo político, lo personal y lo profesional están mezclados, el para qué es lo que más nos bloquea. Estoy seguro que si tendríamos que tener en cuenta sólo factores económicos llegaríamos muy rápidamente a definir un marco de colaboración en red mucho más fuerte.
Creo que no tenemos claro cuál es nuestro objetivo (algunos dirían que no tenemos clara cuál es nuestra lucha). ¿Estamos intentando construir un nuevo modelo que nos permita trabajar en lo que nos gusta y que sea acorde con nuestra ética? ¿estamos intentando cambiar todo un sistema y “luchamos” para un cambio radical aunque esto tenga que pasar por un estatus de precariedad que consideramos ser temporal? ¿cuál es el alcance? ¿la innovación social está de moda? ¿innovando, la precariedad es más aceptable? ¿en entornos colaborativos encontramos más facilmente un sitio para el culto del ego y la búsqueda de protagonismo? ¿lo hacemos porque en la innovación social es donde mejor encontramos reconocimiento entre pares (horizontal)?
Claramente estamos intentando hacer un poco todo esto a la vez, sin embargo me parece importante establecer prioridades.
De esta nueva edición del #meetcommons me gustaría sacar una puesta en común mucho más directa de los modelos de organización que estamos experimentando, y relacionarlo con una reflexión sobre nuestros objetivos.
Es cierto que el para qué es importante, pero a veces se puede convertir en una trampa retórica. Por eso me parece interesante el cómo, no tanto desde un punto de vista metafísico, sino desde un punto directamente físico, orgánico, biológico. Sin olvidarnos de la ética científica, pero poniendo la atención en la pura mecánica de relaciones entre cuerpos y estructuras.
El otro día en una expo en Madrid sobre cartografías y diagramas, vi un vídeo de Zbyrek Baladrán titulado ‘Modelos de universo’ donde de una forma sencilla, se plantean distintas formas de representar el universo y por tanto de pensar y operar en-sobre él: el universo como una estructura gerarquizada, como una constitución escrita de manera colectiva, como un cuerpo con órganos que cumplen distintas funciones, como un abecedario, como una biblioteca que archiva distintos saberes, como un ejercicio de matemáticas, como un yacimiento arqueológico compuesto por estratos históricos, como un cerebro lleno de conexiones neuronales… Os dejo el link al vídeo: http://vimeo.com/8158827
Probablemente en nuestras vidas nos movemos utilizando más de uno de estos modelos, dependiendo del contexto, el para qué, el tipo de agentes y relaciones implicadas en cada caso… Estos modelos -y otros posibles-, deberían servirnos al menos como una brújula-patrón, y como una caja de herramientas para ayudarnos a entender y proponer dispositivos relacionales, político-operativos, para nuestras prácticas en común. ¿Cómo queremos funcionar (o cómo estamos funcionando incluso sin quererlo conscientemente)? ¿Qué me toca ser-hacer en cada caso en base a cada modelo? Un primer paso para actuar en común, quizá podría ser tratar de reconocer bajo que modelos estamos operando; ser más conscientes de ello -enunciarlo y compartirlo-, para potenciarlo, corregirlo, cambiarlo, etc.
Leyéndote me asalta la preocupación de siempre, y que tu intuyes: caer en el eterno meta-debate, en la parálisis por análisis, en la búsqueda imposible de El Dorado de la “Cultura colaborativa”. Creo que hay que hacer un esfuerzo por no perdernos en retoricismos y teoremas infértiles. La colaboración es algo que se demuestra haciendo, practicando, colaborando, con perdón de la redundancia. Así que estoy de acuerdo en trabajar “propuestas concretas”, con cierto foco y estructura. Echo en falta más organización y una hoja de ruta (eso sí, flexible) que ayude a generar un efecto acumulativo, una sensación de que se avanza hacia resultados concretos.
También necesitamos simplificar, aunque ésta sea una palabra que no guste mucho en este barrio. Sin “simplificar” es imposible estabilizar procesos, ni llegar a consensos con vocación de hacedores, que es lo que hace falta para que la transformación sea algo posible y palpable.
En mi opinión hablamos tanto de contenidos como de contenedor, pero se trata de una reflexión anárquica, muy onanista y demasiado intelectual. Se pierden muchas energías por el camino. A veces me llevo la impresión de que algun*s se lo pasan mejor hablando de colaboración que colaborando. Así de claro, porque yo creo que eso tan de moda que llaman “individualismo en red” tiene efectos colaterales perversos en la generosidad que se necesita para colaborar de verdad.
Por cierto, Domenico, #yoconfieso que cada vez me cuesta más leer a Pierre Levy, o sea, cada vez me gusta menos. Usa un meta-lenguaje intrincado y recursivo que hace de la Inteligencia Colectiva algo más complejo y engorroso de lo que es. Si queremos concretar, creo que tenemos que buscar otros referentes más prácticos y operativos.
De acuerdo con Richi que el “cómo” es muy importante. Si nos ponemos de acuerdo en unas reglas o principios básicos para colaborar, y delimitamos un “espacio de creación” que aporte foco, ya veremos qué sale de ahí. Pero al mismo tiempo he aprendido, a partir de procesos colaborativos frustrados, que el “para qué” y “para quién” son preguntas que añaden mucho foco al grupo, y son las que impulsan el sentido de comunidad que se necesita para llegar a resultados tangibles.
Esta idea es clave: “establecer prioridades”. Debería ser nuestro mantra en #meetcommons, pero me consta que no es una consigna que se vea con simpatía en nuestro barrio. Lo de la “trampa retórica” que comenta Richi es el-pan-de-cada-día de la reflexión pro-colaboración, y eso cansa mucho.
Aquí estoy para colaborar en el proceso. Gracias por la convocatoria. Nos seguimos 🙂
QUIÉNES en función del CÓMO
Estos días, pensando desde el ‘cómo’, enlazado con el ‘para qué’, también se me cruzaba el ‘quiénes’. Al formular el ‘quiénes participan’ en esta misma web http://thinkcommons.org/meetcommons/edicion-2013/quienes-participan se hace un planteamiento que, aludiendo a personas implicadas-comprometidas-activadas busca llegar-afectar a personas de distintos ámbitos y disciplinas. Sobre todo me venía a la cabeza a partir del debate del otro día sobre los días del encuentro (entre semana o fin de semana), sobre los horarios, sobre las personas que nos dedicamos a esto y quienes tienen otros trabajos, sobre las dicotomías trabajo-militancia o trabajo-fiesta…
Lo complejo ¿sencillo? de todo esto, es que las personas tienen sus propias realidades (no necesariamente la realidad del proyecto común). Por eso, si de verdad queremos que nuestra iniciativa-proceso sea poroso y diverso, permita sumar(se) de manera abierta; su ‘cómo’ debería plantearse como un dispositivo con muchas(suficientes) formas, entradas-salidas, momentos, formatos que permitan la participación adaptada a las posibilidades-condiciones reales de quienes deseen implicarse. El proyecto debe ponerse a disposición de las personas y no las personas a disposición del proyecto (o del grupo motor que lo coordina). Deberíamos ser capaces de definir propuestas con las menos(suficientes) normas y pre-requisitos posibles, emergiendo para cada caso una respuesta-fórmula concreta, sin recetas, siendo conscientes del carácter transitorio, informal, circunstancial, líquido de nuestras relaciones (y las formas y sistemas con que las articulamos).
Son debates que muchas veces tenemos alrededor de muchas de las cosas que organizamos en ColaBoraBora y que ayer mismo se me iluminaron un poco con la presentación del encuentro-taller de notas al pie de Jeleton, ‘Paris is Burning’, dentro del proyecto ‘Marginalia’, coordinado por Aimar Arriola, la semana que viene en arteleku http://www.arteleku.net/programa-es/201cparis-is-burning-oharduna201d
Dos referencias sobre esto de organizarse:
‘Corazón’ de Albert Pla HAY QUE ORGANIZASE, HAY QUE ORGANIZARSE!!! http://www.youtube.com/watch?v=AJZ6YWTVt0Y
Y hablando del corazón ‘¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos’ de Deleuze y Guattari http://perrorabioso.com/textos/Como-hacerse-un-cuerpo-sin-organos-Gilles-Deleuze-y-Felix-Guattari.pdf
Movernos en el límite entre lo instituyente y lo instituido. Explorar sin ansiedad ese lugar-tiempo intermedio. Un link a ‘Mínima Cómún Institución’ http://micoins.wordpress.com/